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Alimentación perceptiva, parte del desarrollo y crecimiento de los niños

por Richard Jaimes

 

La relación entre el lugar en el que se alimentan, la forma y quién los acompaña es tan importante como lo que comen.

 

 

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la ‘alimentación perceptiva’ es una dimensión clave de la crianza perceptiva que involucra reciprocidad entre el niño y la persona que lo alimenta.

 

“A partir de los seis meses de edad ofrezca a los niños y niñas la diversidad de alimentos propios de su territorio, naturales, frescos y variados, todos ellos contribuyen a su crecimiento, desarrollo, además permiten fortalecer su la relación con su región y su identidad cultural como colombianos”, explicó Elisa María Cadena, subdirectora de Salud Nutricional, Alimentos y Bebidas del Ministerio de Salud y Protección Social.

 

Permitirles el contacto con los alimentos, experimentar de forma segura las texturas, olores, sabores propios, sin aditivos, aportará a la vivencia de experiencias placenteras y satisfactorias. Para ello, es importante ofrecer alimentos con paciencia, con cariño, motivándolo y animándolo a comer, si se introduce un nuevo alimento se debe ofrecer varias y en diferentes preparaciones veces hasta lograr su aceptación. “Un niño necesita recibir un nuevo sabor de 8 a 10 veces antes de aceptarlo, preferiblemente sin adiciones de sal o azúcar”, agregó Cadena.

 

La constante exposición a los alimentos que los padres ofrezcan permitirá a los niños ajustar sus preferencias y sabores, como el gusto por los vegetales, las leguminosas, las carnes o el huevo. Por otra parte, las normas y las expectativas generan y promueven modelos, la interacción entre padres e hijos durante la alimentación complementaria puede definir las preferencias alimentarias y la regulación del apetito.

 

Según la OPS, esta alimentación se basa en 3 pasos clave:

 

  1. El niño muestra señales de hambre y saciedad a través de acciones motoras, expresiones faciales, y vocalizaciones.

 

  1. El cuidador reconoce las señales y responde oportunamente de una manera que apoya emocionalmente al niño y es adecuada para sus necesidades y nivel de desarrollo.

 

  1. El niño se acostumbra a una respuesta consistente a sus necesidades que comunica.

 

“Percibir los gustos, los intereses, observar los progresos del neurodesarrollo, reconocer las señales de hambre y saciedad, así como comportamientos de los niños que no son originados por hambre o necesidad de recibir alimentos es relevante para la adquisición progresiva de hábitos nutricionales, que derivaran en la prevención de patologías como trastornos de la alimentación o la obesidad”, detalló la subdirectora.

 

Por último, “la relación entre el lugar donde se alimentan los niños, la forma en que lo hacen y quien los acompaña es tan importante como lo que comen los niños, es fundamental evitar distracciones como televisión, teléfono o uso de pantallas, se concluye que los padres juegan un importante papel en establecer hábitos de alimentación saludable”, finalizó.

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